Su
rutina de guardia consiste en lo siguiente: llegar puntual con su bolsito,
quedarse cual estatua sin acotar, preguntar ni chistar escuchando el pase de
guardia, dejar el bolso; tomar los implementos necesarios para su actividad
(jamás usa estetoscopio, total para qué... alguien lo prestará, y si no, la
auscultación no será necesaria) e inmediatamente pegarse a alguien. ¿Qué quiero
decir con pegarse a alguien? Eso... plantarse detrás de un pobre infortunado al
que sigue a todas partes no haciendo absolutamente nada. Solo lo sigue y le habla
cual si fuese la voz de su conciencia. ¿Con qué propósito? Vaya Dios a saber,
porque lo que es ayuda, el pobre condenado no recibe siquiera un ápice.
Después
de aproximadamente una hora de caminata ininterrumpida el doctor Faso comienza
con hambre, asique abandona al pobre desdichado y se dispone a comprar algo
para comer. Su alimento es acompañado siempre de una botella de agua saborizada
(chiquita, para no convidar).
Después
de saciar su apetito y tal vez disfrutar de una media horita más de televisión
(realities, novelas, cualquier excusa es buena) llega nuevamente el momento de
ponerse en acción. Vuelve a la guardia donde irremediablemente encontrará un
mundo de gente en los pasillos (claro, mientras él comía cayeron 15
ambulancias, dos histéricos que tiraban la puerta abajo y como los de seguridad
nos vieron aburridos hicieron pasar a 4 señoras mas que tenían mala cara y a una
viejita que dijo que tenía la presión alta), con lo cual pasará aproximadamente
20 minutos discutiendo con toda esa gente tratando de despejar el corredor,
cosa para lo cual es especialista.
El
doctor Faso tiene una especial cualidad: nunca escucha de lo que están hablando
y cuando lo considera necesario interrumpe cualquier conversación para contar
una anécdota, y aunque la conversación original siga, el continúa igual. Uno podría
pensar que después de tanto tiempo las anécdotas se acaban, pero no... y para
colmo el público constantemente se renueva, asique quien lleva un tiempo a su
lado conoce las mil y un aventuras de este doctor.
Habitualmente
los clínicos descansan por turnos. Si no es su turno de descansar, el doc se
queda pululando por ahí, esperando que el practicantado tome las riendas de la
guardia y sólo aparece oportunamente cuando la situación lo amerita, ejemplos:
pacientes con alteraciones del sensorio, politraumatismos, en fin: pacientes
graves que la juventud no está apta para resolver. Y es en esos momentos donde
brilla el valor del doctor Faso, realmente es cuando se luce en todo su
esplendor... Es el momento oportuno para mirar hacia un costado y con cara
sonriente decirle a algún pobre practicante que aparezca por ahí: ¿No me llamas
a los cirujanos, al cardiólogo, al anestesista y al terapista? Y no va a faltar
algún iluminado que a su lado diga:
-Doctor, el paciente esta muy grave, hay que intubarlo
(ponerle un tubo en la laringe para asegurar la respiración y que de ese modo
le llegue oxigeno al cerebro)!
Y,
muy complaciente nuestro doctor conteste:
-Si, si, ya se... ya llamé al terapista!
y
se quede mirando como el paciente (que ya está azul por la hipoxia) recibe
oxigeno de una bigoterita (esas cánulas que se ponen en la nariz) mientras el se mueve de
un lado para otro haciendo cosas tan importantes como escribir las órdenes de
laboratorio, rotular los sueros, sacarle las zapatillas al enfermo y demás
cosas prescindibles cuando tenés delante a alguien que se está muriendo.
Si,
ya sé que lo que estoy contando es grave, pero falta describir otra cualidad:
Vaya a saber por qué, al doctor Faso casi nunca se le mueren los pacientes. Es más
que obvio que si se hace cargo otra persona a él no se le va a morir, pero
mientras que el paciente está bajo sus dominios, o sea en la nebulosa misma,
generalmente no se muere. Hay varias teorías que afirman que este hecho fue
logrado mediante un pacto demoníaco pero ninguna fuente es confirmada.
Cuando
llega su momento de descansar, simplemente se acuesta. Si le correspondía
levantarse a las cuatro, se levantará a las 8 (con suerte) y ni hablemos si se
acostó tarde. Si se levanta temprano hace unos desayunos interminables y para
cuando arranca, todos los especialistas que tenía que consultar se están por ir con lo cual se la pasará quejándose de todo el trabajo que tuvo a la mañana
para conseguir que le vean a los pacientes. Ni hablar que en ese lapso, por
supuesto, no atendió a uno solo.
Para
todo esto el apetito ataca nuevamente al doctor. Ni hablar de intentar
coordinar una comida con el resto de sus compañeros, ni corto ni perezoso se
encarga la propia, y cuando llega, come. Aunque en ese momento haya un
accidente aéreo a dos cuadras del hospital y lleguen ambulancia y bomberos, uno
detrás de otro con heridos gravísimos, ninguna de las víctimas será merecedora
de aplazar siquiera unos 10 minutos la ingestión de sólidos. Por supuesto él es
muy buen compañero, y como es feo comer solo, se queda en la mesa hasta que el
último de los cristianos (y no cristianos) que están en la guardia termine de comer,
sólo para hacerle compañía y luego, como es el colmo de la amabilidad, lava los
platos. ¿Quién queda en ese período en la guardia? Nadie... pero ante todo lo
mas importante es el compañerismo.
Promediando
la guardia hay que justificar el sueldo. ¿Para qué arriesgarse a ver a los
pacientes que están en aislamiento infectados, aquellos psiquiátricos excitados o esos otros pacientes peligrosos? no, es mucho más sencillo aportar a la causa atendiendo a
la gente que golpea la puerta. Y así, de 10 pacientes que ve sucede lo
siguiente:
Paciente 1: -Vengo porque me duele la panza
Doctor Faso: -¿Hace cuanto?
Paciente 1: -Hace 3 días
Doctor Faso: -Eso es crónico, vaya al gastroenterólogo
Paciente 2: -Vengo porque estoy mareado
Doctor Faso: -¿Cuanto tiene de presión?
Paciente 2: -No se, hace rato que no me la tomo
Doctor Faso: -Ah no... Siempre que venga así primero vaya a la farmacia
a tomarse la presión, acá no hacemos eso
Paciente 3: -Vengo porque tuve un accidente
Doctor Faso: -¿Lo vió el traumatólogo?
Paciente 3: -Es que solo tuve un golpe en la cabeza
Doctor Faso: -No importa, lo ve primero el traumatólogo
Paciente 4: -Vengo porque tengo un forúnculo
Doctor Faso: -Ah no, eso es del cirujano
Paciente 5: -Vengo porque me duele la panza
Doctor Faso: (sin revisarlo) -Pasá del otro lado que los cirujanos te
van a revisar... (Gritándole a un practicante) Fulanooo, anda a buscar a los
cirujanos que hay una panza
Paciente 6: -Vengo porque necesito un certificado
Doctor Faso: -¿Un qué?
Paciente 6: -Si, ayer estuve con gómitos y no fui a trabajar
Doctor Faso: -SALGA INMEDIATAMENTE DE MI VISTA DESVERGONZADO!!!! Eso acá
no se hace!!
Paciente 7: -Vengo porque tengo tos y mocos
Doctor Faso: -¿Y? (ya de mal humor) ¿Qué pasa que todo el mundo esta así? Por diooos
Paciente 7: -¿No me puede hacer una placa?
Doctor faso: -¿Pero que se cree, que me va a venir a indicar a mi lo
que tengo que hacer y lo que no? hágase vapor y váyase (no lo revisa porque recuerden
que no tiene estetoscopio)
Paciente 3 bis: -Ah, si, vengo porque el traumatólogo me dijo que viniese
para acá otra vez, que traumatológico no tengo nada
Doctor Faso: -¿Usted quien es?
Paciente 3 bis: -El que se golpeó la cabeza
Doctor Faso: -Ah, si... ¿Perdió el conocimiento?
Paciente 3 bis: -No... Creo que no
Doctor Faso: -¿Cómo creo? Bueno, hágase esta placa y vemos
Paciente 8: -Vengo porque me duele la panza
Paciente 8: -Vengo porque me duele la panza
Doctor Faso: -¿Hace cuanto?
Paciente 8: -Desde hoy
Doctor Faso: -El cuadro es demasiado agudo, hay que darle tiempo a los síntomas señor, vuelva mañana si le sigue doliendo
Paciente 9: -Hola vengo porque estoy con diarrea
Doctor Faso: -¿Qué comió?
Paciente 9: -Nada... hace dos días que como te y galletitas y
antes comí una ensaladita
Doctor Faso: ¿Usted quiere que yo le crea que con los 120 kilos que
tiene encima no comió nada? Hágame el favor de no mentir, quiere?... tome crema
de bismuto y no coma nada por 7 días... ¿Me entendió?
Y
así atiende en un tiempo record 9 pacientes a lo cual deja el box libre para
que un practicante atienda. Y llega el último paciente...
El
practicante abre la puerta y se encuentra con que el paciente número 10 es un viejo
que lo traen entre cuatro, toma 15 medicaciones, está tratado por 7
especialistas, está deshidratado, confuso y hace un movimiento extraño con la
boca que ni lo vio ni lo leyó nunca. Lo acuesta y lo revisa, total sabe que el doctor
Faso anda cerca para darle una mano. Este, pareciendo leer su mente se acerca
justo cuando el pichón de médico está a punto de presentárselo. Pero el doctor
es más rápido, lleva años de experiencia: antes que el susodicho abra la
boca, mira la camilla, mira al practicante y le dice:
-Nene, aprovecho que ya saqué a toda la gente y me voy a la farmacia de la vuelta a comprar el
remedio de mi mamá
Y
sin el menor escrúpulo se da media vuelta dejando atónito y con cara desencajada
al practicante.
Por
supuesto que toda actividad puede ser interrumpida por algún matecito y alguna
cosita rica. Ni hablar de toda la gente amable que viene a charlar, ¿Como
desairarla?… si somos animales sociales caramba, de relaciones vive el mundo!
A
todo esto se acerca el final de la guardia. Todo el mundo está cansado,
malhumorado y quiere que la última hora sea un desierto. Pero parece que el
destino se ensaña con la pobre gente del ámbito de la salud y en esa última
hora caen siempre las cosas mas complicadas, insólitas y sobre todo imposibles
de resolver. El doctor Faso podría en ese momento inspirarse y gritar cual
He-man: POR EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO!!!! y hacer algo... pero no, sería
revelarse contra las normas, sería entrar en conflicto con su yo. Con lo cual
esas horas cruciales las dedica pura y exclusivamente a guardar las cosas (no
vaya a ser que el cambio de guardia lo encuentre desprevenido y tenga que
regalar 10 minutos más de su preciado tiempo)
Hay
una frase que dice: soldado que huye sirve para otra batalla. El doctor Faso
pasa el 90% de su tiempo profesional huyendo, solo que hasta el momento no ha
librado ninguna batalla. Pero ojo, nadie quita su mérito: hay que pasar 24 hs
en un lugar en donde todos trabajan sin siquiera inmutarse. Y es que el
doctor Faso es un gran superviviente... Casi casi, a la altura de las
cucarachas!