viernes, 20 de noviembre de 2015

BENDITOS SEAN LOS PACIENTES

Hace mucho tiempo que no escribo en el blog y hace más que no cuento nada sobre pacientes. Ya les hablé de gran parte de la fauna hospitalaria pero me faltaba aún tipificar un poco a este eslabón fundamental de nuestro quehacer diario.

Los pacientes son un mundo que es imposible de abarcar en unas pocas líneas. Son el motivo por el cual ejercemos la profesión y también por el cual a veces queremos dejarla. Los hay de todo tipo: preocupados por sí mismos y dejados, preguntones e invisibles, buena onda y ultra densos. En fin, como les contaba antes, un mundo tan grande como el de los médicos.
Voy a reservar esta entrada no para la descripción de cada personaje que se nos puede plantear en una consulta, sino para comentarles cuales son las peores cosas que un paciente puede hacerle a un médico.

A saber (anote señora que le va a ser útil y su médico se lo agradecerá):

1) Entrar al consultorio con niños pequeños: a menos que sea algo totalmente indispensable deben tratar de evitar ingresar con niños si estos no son el motivo de consulta. Los que no elegimos pediatría, por algo no lo hicimos. Y en general la paciencia no es nuestro don primordial. Paciencia tengo con mi sobrino y hasta por ahí nomás. Es muy incómodo estar intentando revisar a alguien y a la vez controlar que un ser de menos de metro no te destruya la computadora.

2)  Remitirse a contar únicamente el motivo de consulta y los datos que Ud cree que pueden serle útiles al médico para tratar de llegar a su diagnóstico y formular su eventual tratamiento. Si Ud tiene dificultad para discernir lo necesario de lo innecesario solo conteste las preguntas que se le hacen. A los médicos no nos interesa saber detalles superficiales del contexto en el que se originó todo. Tampoco nos interesan saber antecedentes de su infancia a menos que se lo preguntemos explícitamente. Cuanto más larga la historia, y si no lo amerita, más se pierde el foco de la cuestión. Por si no queda claro, una situación ejemplificadora:

       – Uy, no sé por donde empezar porque es largo. Hace 25 días atrás, o 23 no recuerdo. Me acuerdo que era un sábado y yo estaba tomando una gaseosa bien fría, sin gas porque a mí el gas me hincha vió. Bueno, ahí sentí un tirón en la pierna. Después anduve bien varios días y la semana pasada mi hija me invitó a su casa. Ella vive en un barrio bien lejos pero tiene parque, vió que acá en capital los departamentos son chiquitos y uno no tiene espacio para nada. Más que nada para criar a los nenes que es más lindo por allá…


Esto bien se podría resumir en: me duele la pierna hace 1 mes.
Aclaración: Tu vida personal no me interesa y la verdad tu dolor de pierna tampoco, pero bue eso no me queda otra que escucharlo… ¿Se capta la idea?

3    3) No tenemos el don de la clarividencia por lo que no podemos hacer diagnósticos retrospectivos. Si Ud tuvo un síntoma que ya no tiene y está completamente asintomático no es necesario que consulte y menos a una guardia. No hay forma de hacer diagnóstico de algo que ya pasó.

     -Vengo porque hace 3 días tuve un dolor de garganta horrible y me quede sin voz. La verdad nunca me pasó y me asusté.
-Bueno, pero ahora tiene voz. ¿Qué la trae por acá?
-Ehh bueno… es que quería saber que tuve. Eso evidentemente fue algo..

4     4) Acudir con un problema de salud y no dejarse revisar.

        –Vengo porque hice caca con sangre.
-Bueno, te tengo que revisar y hacerte un tacto para ver si tenes alguna lesión.
-Ahh no, yo esa zona no la muestro ni loca! Deme algo para que se me vaya la sangre.

Y lo peor que la gente debe pensar que nos gusta meterles el dedo en el culo. La verdad que no.

               5) Otra cosa que me saca es que el acompañante hable por el paciente.

          –Contame ¿Por qué venís?
(interviene la mujer del susodicho) -Deja Alfredo que hable yo. Mire doctor, hace 3 días que tiene una tos infernal, le falta el aire. Yo veo que no respira bien – (mientras Alfredo mira al escritorio y se encuentra ensimismado en su ser)
-Aja, y usted Alfredo ¿Qué me cuenta?

La respuesta varía dependiendo cuan conchita sean. Los muy pollerudos solo asienten y en ese momento es la mujer quien vuelve a tomar la palabra para continuar la descripción del cuadro. Otros la contradicen y ahí se arma tremenda pelea de pareja:
-La verdad es que no tengo nada doctor, vine porque esta me obligó.
                               -Alfredo, no mientas porque te escucho toser toda la noche
                                -Vos sos una rompepelotas Estela.

     6)  El examen físico merece menciones aparte. Así como un avión lo maneja el piloto, el examen físico lo comanda el médico. No hay nada más incómodo que el paciente te hable o haga ruido al respirar cuando lo estas auscultando. Si tengo los oídos ocupados no te puedo escuchar. Si no te puedo escuchar lo más probable y en el mejor de los casos es que te diga que hagas silencio o que asienta a los que decis esperando a que espontáneamente te calles. No es negocio.

Otro problema surge con la panza. Uno pregunta, ¿Donde te duele? Para que el paciente se señale y luego pose sus manos a los costados de su cuerpo y no las mueva más. Si mientras te toco el abdomen vos metes los garfios, vamos mal.

7) Pedir recomendación sobre terapias alternativas: Si vas al médico hay dos opciones. O considera que lo que tenes no es para dar ninguna medicación y se te va a pasar solo o te receta algo que compras en una farmacia. Si no estás dispuesto a tomar medicación tradicional y sos de los que les gustan los globulitos, tenes que ir a un homeópata.

     –Bueno, para esto va a tomar el remedio que le voy a dar…
-A noooo, doctor, medicación ni se le ocurra. Veneno, veneno. Yo estoy bien con los globulitos. ¿Puedo seguir tomando eso?
-No sé qué tienen señora. Vuelva al homeópata y no consulte en una guardia la próxima vez.


Estos son algunas de las cosas, seguro con el tiempo iré recordando otras. Y para terminar les dejo una anécdota:

            -Vengo porque me quiero hacer un test de embarazo.
            -Bueno, ¿Tenes posibilidades de estar embarazada?
-Bueno, no me cuidé algunas veces…
-Aja. ¿Fecha de ultima menstruación?
-Hace 1 mes y medio. Además hoy me hice un evatest que me dio positivo.
-(que ganas de venir a esperar dos horas a una guardia por esto)- Bueno, tenes muchas chances de estar embarazada. Te hago el test de sangre y vemos.

-Bueno, el test vino positivo…
-Nooooooooooooooooooooooooooooo!!!!! Me voy a morirrrrr!!!! Como puede ser!!!??
-(¿?) Ehhhh… (cara de póker)
-Y doctor, ¿Que se podría hacer ahora? (guiño guiño)

-Consultar a un obstetra para empezar los controles. Que tengas buen día.

sábado, 1 de agosto de 2015

TERAPISTAS TERAPISTAS


El tiempo pasa y ya van varios meses en los que no escribo en este blog. Siempre que quiero retomarlo dejo todo por la mitad y no subo nada pero finalmente hoy decido sumar una entradita más.
Cursando mi segundo año de residencia me tocó realizar una rotación de unos meses por la terapia intensiva de un hospital muy conocido de la Ciudad de Buenos Aires.

Es ahí donde conocí como es la personalidad de un médico terapista. Hasta ese momento no había tenido oportunidad de interacción alguna. Es que los terapistas viven recluidos en su servicio y hacen la mayor parte de su trabajo ahí metidos. Muchos de los estudios que requieren los pacientes se realizan ahí mismo, los análisis de sangre los mandan al laboratorio a través de una bala neumática y solo salen de su encierro hospitalario por causas de fuerza mayor como ir a comprar comida. En parte porque no lo necesitan y en parte porque ellos no quieren salir. Son felices dentro de su madriguera haciendo sus actividades diarias bajo el sonido incansable de los monitores y respiradores.

Al terapista no le van las vueltas. Es de buscar la solución de los problemas en el momento en que los problemas se presentan;  no es de dilatar la cosa. Claramente y en muchos de los casos, los pacientes se encuentran en situaciones que deben ser resueltas en la inmediatez. Saben que tienen todos los medios diagnósticos y terapéuticos a su alcance y no hay ningún servicio que pueda acceder a algo que ellos no puedan. Si en terapia intensiva no está, es porque no existe en el hospital en cuestión.

El punto es que les encanta ese poder que tienen sobre el nosocomio. Saben que si piden una tomografía ellos tienen prioridad sobre cualquier otro. Que si levantan el teléfono y llaman a pindorcho para que venga a evaluar a un paciente, pindorcho viene y lo evalúa. Sería lo contrario a los clínicos. Ellos interconsultan a medio hospital, corren de acá para allá y rara vez alguien les da bola. Y es acá que aparece el primer conflicto interespecialidad (ya ahondaremos en este tema).

Otra característica es que como todo bicho de unidad cerrada y crítica, lo que más les gusta del paciente es que este sea incapaz de hablar. Si el paciente ya se despertó, entonces estaría en condiciones de pasar a otra unidad. No soportan las demandas del tipo: “me duele la pierna” o “tengo sed”. Son felices si hay que hacer algún procedimiento sobre el paciente y se pelean para ver a quien le toca

-Ya te dije que este catéter me toca a mí. Vos le pusiste al 12 ayer!

Compiten para ver quien tiene más procedimientos hechos y quien más destreza tiene lleva un punto a favor con respecto al resto. Es común que alguno medio bicho intente robarle a otro la colocación de una vía u otro tipo de esos menesteres sanguinarios. Y ya que hablamos de este tema, acoto que robarle una traqueotomía a otro residente sería uno de los peores delitos en la UTI.

Y esto se aúna en el hecho que la UTIpeople (llámese así a nuestros queridos terapistas) son de los seres más particulares de la fauna médica. Pero no hay un solo prototipo por eso quiero compartir con ustedes los que yo logré identificar dentro de este importante bicherío médico.

-El Tera-King/Tera-Queen: Todos los terapistas tienen una grandilocuencia especial  y se creen pertenecer al estrato más alto de la sociedad nosocomial. Vendrían a ser la nobleza, junto a los cirujanos, claro está. Pero el Tera-Monarca es el más capo de los capos. En el servicio muchos lo aman y muchos otros lo envidian. Puede coincidir con que sea el jefe de la unidad o en su defecto alguno de los médicos de planta que tiene más años de experiencia. Su conocimiento de la especialidad es absoluto y es capaz de resolver en una mañana problemas médicos que otros estuvieron pensando durante días. 
Y acá aparecen dos vertientes: el humilde y el creído. Del humilde no hay mucho para decir, solo que es realmente amado por todos. Todos queremos ser como el algún día. El creído, en cambio, es consciente que es un bocho y que nadie sabe más que él. Pero en vez de enseñar y transmitir su conocimiento disfruta haciendo quedar mal a los demás. Generalmente se abusa de los residentes recién ingresados o incluso se desquita cuando toma examen a los estudiantes de medicina.

-El terapista promedio: acá podríamos englobar a la mayor parte de la fauna intensivista. Todos ellos comparten algunos rasgos comunes: no se pueden quedar quietos, les encanta ser invasivos sobre el paciente y cuanto más catéteres tenga para poder meterle y sacarle cosas de su cuerpo y efectuar distintas mediciones y cuentitas, más felices van a ser. Otra característica es que odian a los médicos clínicos.

-Los pichones de especialista: son los residentes. Cumplen con varias de las características que tienen los anteriores, pero a menor escala. A diferencia de los demás residentes que recién empiezan, que son miedosos y cautos al tomar conductas, ellos se mandan a hacer las cosas de entrada. Ya de chiquitos les gusta toquetear el respirador aunque no sepan bien que están haciendo.

-El que se equivocó de especialidad:  Ya se lo nota incómodo cuando empieza la recorrida. Entra a la habitación y tiene rechazo al monitor y al ruidito que este emite. En general coincide con que le da pena que el paciente no responda, no puede manejar el estrés de transmitir las malas noticias a los familiares y en el camino de todo ese sufrimiento pierde objetividad. Es muy empático y se frustra todo el tiempo. No es querido por sus compañeros porque lo tildan de “clínico”. Representa un muy bajo porcentaje del espectro terapil y es excluido del grupo. Tarde o temprano deja la actividad o se dedica a trabajos administrativos.

-El mermo: Este es otro que es dejado de lado por sus compañeros. Es el típico inútil. Es inútil para llevar a cabo los procedimientos pero no porque le de impresión lo que hace (como puede pasar con el que se equivocó de especialidad) sino porque tiene mano de manteca. Se le resbalan las cosas, se olvido lo que tiene que hacer, es descuidado. En fin, es un peligro importante.

-El psiquiátrico: Siempre hay uno de estos en todas las especialidades. En el peor de los casos hay más de uno.. . y ahí agarrate! Algunos tienen una enfermedad psiquiátrica realmente establecida pero siguen ejerciendo. Es una incógnita para todos si esa enfermedad es preexistente y fue agravada por los años de ejercicio médico o si directamente aconteció en el transcurso de su desarrollo. Son las criaturas más difíciles de manejar.

La unidad de terapia intensiva engloba a todos estos seres y hace que el ambiente muchas veces sea denso…muy denso. A mí me tocó rotar como residente y volver posteriormente como interconsultor de la especialidad que elegí y en ambas ocasiones lo noté.


Pero por algo serán como serán, y como siempre digo… Todos somos un mal necesario!

miércoles, 14 de enero de 2015

¡ENFERMERAS ENFERMERAS!


Ya hace más de un año y medio que soy residente de un hospital de la ciudad de Buenos Aires y un tiempo similar que llevo desaparecido del medio cibernético. Hoy me hago el tiempo para escribir un poquito más y por qué no volcar acá esas hermosas experiencias que me tocan vivir día a día.

Los que me venían leyendo saben cuáles son las experiencias que más me gusta revivir. Este blog no está hecho para contar historias conmovedoras sino historias divertidas y bizarras asique hoy voy a hablarles de un subgrupo dentro de los personajes pertenecientes a la fauna hospitalaria.

Y ese subgrupo es el de las enfermeras. El mundo de las enfermeras es un mundo aparte al de los médicos. Como todo, las hay buenas y malas, laboriosas y mediocres, sumisas y zorras. Se sabe que son un eslabon importantísimo para la recuperación de un paciente y lo cierto es que pueden ser la mejor aliada o la peor enemiga de un médico. Claramente voy a encarar la descripción de esas que nos vuelven locos ya sea por su negligencia o por su mala onda.

Cada vez que uno entra a un servicio nuevo y te ven cara de pichoncito el primer consejo que te dan los médicos viejos es:
-…Pibe, yo te recomiendo que te lleves bien con las enfermeras. Cada vez que entres saludalas, pedile las cosas bien y eso, sino la vas a pasar mal…-

Y ahí es cuando uno piensa que está entrando a una especie de red macabra en donde día a día va a sufrir una suerte de hospibulling decretado por la madama de las enfermeras y seguido por su séquito acompañante. Asique así empezas, temiendo a tus superiores médicos y con expectativa a que maldad te van a hacer las enfermeras.

Teniendo en cuenta que un médico que recién entra a la residencia tiene aproximadamente 25 años de edad, que la jefa de enfermería del sector al que este es asignado tiene unos 60, y que la edad del resto del personal va de 35 a 45 en promedio, es sabido que muchas veces no les va a gustar que un “pendejito” les ande dando indicaciones. Mas si el pendejito recién ingresado es medio soberbio (que los hay y mucho). Te bajan del caballo en 2 minutos.

El R1, como conté en alguna otra oportunidad, es el último escalón del escalafón jerárquico, no solo médico sino hospitalario. Está por debajo de cualquier otro profesional de la salud. Entonces haciendo una cuenta fácil la fórmula del hospibulling no es muy difícil de deducir:

         HOSPIBULLING =                    R1 x soberbia
                                             Buena onda de la enfermera

Cuando ya va promediando medio año desde que ingresaste te comienzan a respetar un poco más. Ya a esa altura te hiciste compinche de algunas de ellas y supiste distinguir cual es la que labura, la vaga, la guacha y la venenosa que lleva y trae.

Voy a intentar generalizar algunas de las características de los personajes más representativos de este grupo, teniendo en cuenta que las generalizaciones son siempre tendenciosas y sin intención de ofender a nadie.

Las enfermeras mas viejas son en general las mas vagas y las que menos saben de medicina. Claro, se formaron a la antigua, en el campo de batalla pero le escaparon bastante a los libros. Son las que comenzaron poniendo inyecciones con jeringas de vidrio y calentando las agujas en agua hirviendo. Sus nociones de bioseguridad son bastante pobres y todavía les cuesta usar guantes hasta para las cosas mas asquerosas. Ellas son excelentes para todo lo que es procedimiento manual: colocar vías, colocar sondas y ese tipo de menesteres. También son muy buenas para cuando se acaba el horario de visita. En ese momento es cuando una de estas enfermeras sale de su estar, con una facturita en la mano y comienza a caminar desde el frente hasta el fondo de la sala. En general rellenita, usando ese ambo carcomido que tiene como mínimo 25 años de vida, ya de colores desteñidos. Camina lentamente y con un bamboleo constante va gritando sin mirar a nadie específicamente: “Se me retiran de las habitaciones por favor que se terminó la visitaaaaaaaa”.  Son buenas para retar a la gente y no temen enfrentarse a nadie. Claro, conocen al jefe médico del servicio desde que era R1. Una vez una de ellas me dijo:
         …”Yo a Jose lo conozco desde que era R1. No sabes que pelotudo que era…”

Hay veces, como dije antes, que estas enfermeras coinciden con el grupo de enfermeras ignorantes. Lo que ocurre es que a la enfermera matriarca no le importa ser ignorante. Ya esta vieja para remordimientos por lo no aprendido. Es feliz haciendo poco y tejiendo en su estar entre medicación y medicación. El problema reviste en las ignorantes-jóvenes.
Y acá aparece el segundo personaje. Las enfermeras ignorantes-jóvenes se caracterizan porque se preocupan mucho por el paciente pero no tienen idea de lo que están haciendo. Son duras y siempre lo van a ser. Vienen corriendo desesperadas y te dicen:

-Doctor, el paciente de cama 12 tiene 90 de frecuencia cardíaca…
-Esta bien Mirta, es normal ese valor.
-Ah, bueno. Le avisaba por las dudas.

Tienen buenas intenciones y seban buenos mates.

El otro polo son las enfermeras-médicas. No hay muchas de estas pero se caracterizan porque quisieron estudiar medicina, por alguna razón no pudieron y terminaron siendo enfermeras. Cambiar pañales es la labor que más odian porque sienten que se rebajan. Miran a las médicas residentes como de costado, con envidia. No disfrutan de realizar su trabajo. Algunas de ellas más leídas, quieren sorprender con algún diagnóstico y si se les cruzó alguien a quien no quieren van a trabajar hasta hacerle pisar el palito con algo. Quieren más a los médicos hombres que a las mujeres.
El problema pasa cuando toman desiciones sobre el paciente que no les corresponden:

- Doctor, al paciente de la 8 le saque el suero porque no tenía ninguna medicación.
-Si, tenía suero!

Otro subgrupo son las enfermeras vagas. Estas enfermeras le escapan al trabajo a más no poder. Prolongan su desayuno por siglos al punto que casi lo solapan al almuerzo.  Se toman su tiempo para todo y comienzan a quejarse si el paciente tiene indicada mucha medicación. Algunas indicaciones son el equivalente a clavarles un puñal en el corazón:

         -Que les indiquen hacer nebulizaciones
         -Que les indiquen rotar decúbitos (girar a los pacientes que no pueden hacerlo por si mismos)
         -Que el paciente tenga indicadas más de 2 medicaciones endovenosas por turno
         -Que tengan que hacer curaciones

Para todo se quejan y tratan de inducir al médico para que simplifique las cosas. Te proponen:

-Doctor, ¿No sería mejor que en vez de dos antibióticos le pongamos uno?... pobrecito ese señor se va a intoxicar sino!
-Me parece que a la señora de cama 14 le van a tener que poner una sonda ehh, orina demasiado. (ah, me olvidaba.. cambiar pañales les “da paja”)

Quieren hacerte desistir de trabajar con el paciente. Vendrían a ser como el demonio sobre tu oreja izquierda que te susurra: “dale, dejalo...anda a dormir”.

-Amelia, el paciente de la 10 tiene fiebre… ¿Le darías un ibuprofeno?
-Ibuprofeno no hay doctor ehh, está en falta.
-Qué raro… Bueno, paracetamol entonces
- A ver...(mientras busca en su cartera para no levantarse a buscar en los estantes de la enfermería), yo tenía uno por acá. Sabe que se acabó hoy.
-Bueno, entonces ponele pañitos fríos toda la noche…
-Ah, acá apareció un ibuprofeno!

Esta es la mejor frase que escuche de una de estos personajes, por lo que la voy a resaltar en negrita.

“…No le digas a los pacientes con que los medicas sino después me reclaman cuando no les llevo las cosas…”

Estas enfermeras tienden a ser bastante obesas lo que favorece más su lento caminar. Hacen la recorrida por las camas una vez sola y solo vuelven a alguna habitación por un mal mayor. Si llega a haber una situación de urgencia, es casi imposible contar con ellas. No se las puede sacar de su rutina:

Medico: -PARO!! PARO!!!! Traigan el carro de PARO a la 12!!!!
Enfermera desde otra habitación: -Doctorr, yo estoy haciendo la higiene de los pacientes, ahora no puedo!

En fin, esto fue solo una introducción. Imagínense las historias de este estilo que acumulé en el año y medio que llevo en el hospital.

Pero también tengo que decir que por cada enfermera vaga hay 10 que laburan y le ponen mucha onda a la recuperación del paciente. Y esas sí que son la mano derecha de los médicos. Asique mis felicitaciones a todas ellas y en especial a Alicia y Pato, lejos las mejores que conocí.