Hoy les voy a
escribir acerca de unos personajes particulares: Los ayudantes de anatomía.
Primero que todo, les tengo que contar un poco que significa la palabra
“ayudante” en el contexto de una carrera universitaria, en este caso Medicina.
Los ayudantes son alumnos de años más avanzados de la carrera que ingresan
dentro de una cátedra (anatomía, histología, fisiología) para dar clases
prácticas a otros alumnos. La idea es orientarlos y ayudarlos a comprender los
distintos temas de la cursada. Además, pueden tomarles evaluaciones parciales y
calificarlos.
Así como los
cirujanos se destacan del resto de los integrantes de la fauna médica por su
personalidad tan característica, los ayudantes de anatomía se destacan del
resto de los ayudantes “comunes” por la misma cuestión. ¿Y como no lo van a
hacer si la mayoría son pichones de cirujanos? Son la semilla de lo que años
después germinará como un carnicero matriculado hecho y derecho.
Los ayudantes de
anatomía tienen varias cosas a favor. Por un lado, su materia está en el primer
año de la carrera. Esto implica que durante un año entero van a tener en frente
a una criatura indefensa con nulo conocimiento de lo que es la carrera (y la
vida en muchos casos) y con muy poca capacidad de refutar cualquier cosa que
ellos digan. Por otro lado, al ser su primer contacto con la facultad, los
alumnos los tomaran como referencia e inconscientemente los idolatrarán,
alimentando aún más su ego y terminando de cerrar el círculo vicioso. Durante
sus primeros años como ayudantes, pasaran de ser simples humanos a ser seres
superiores. Se convertirán en una especie de pseudo Dioses y terminaran de
completar su divinidad cuando su sello diga “MEDICO CIRUJANO”.
Los ayudantes de
anatomía no asumen como única función la de explicar los temas de la materia
que les incumbe, por el contrario, ellos piensan que el recién llegado necesita
ser disciplinado. Son muy comunes los sermones impartidos al alumnado que recién
pisa el suelo de Fmed y los esbozos de risas socarronas que emiten por detrás.
“…Acá se ingresa a
las 6 de la tarde. Ni cinco minutos mas, ni cinco minutos menos…”
Mientras miran fijo a
los ojos despavoridos de los pibes puestos en fila, con el ceño fruncido y
regocijándose en sus adentros.
En el momento del
examen, ingresan a los alumnos en un aula para la ocasión. Generalmente hecha
de cemento y pintada de gris oscuro y con el 50% de los tubos de luz rotos,
queda con una tenue iluminación que favorece el clima de miedo generalizado que
se respira. Uno espera ahí sentadito a que lo llamen como si estuviera
esperando un verdugo para que lo decapite. En un momento, entra un ayudante con
una hoja y nombra dos o tres alumnos. Se escucha un murmullo generalizado
seguido por un “SILENCIO”, eco de la voz del patriarca mayor (o jefe del
turno). Los recién llamados se dirigen al aula del examen, en donde se centrará
la masacre, escoltados por el verdugo. El ciclo se repite una y otra vez hasta
que el que es llamado es uno. Ahí se vive la propia experiencia y luego de
esto, se le permite salir al pasillo donde se encuentra con un panorama similar
al de una posguerra. Hay quienes lloran de felicidad, es el llanto que expresa
que la guerra ha terminado, y hay otros que lloran de tristeza, como los que
lloran por los familiares perdidos. Grupos de chicos consolando a un caído o
varios caídos que buscan consuelo entre ellos mismos. Esto que les cuento se
vive únicamente en Anatomía.
Y los ayudantes
disfrutan ese momento. Salen del aula a buscarse un café y pispean de reojo. Se
miran entre ellos y en su cara transmiten…”Que tontos, les fue mal”.
Si bien hay muchos
ayudantes (algunos amigos personales) que escapan a esta regla general, mi
parecer es que la combinación de estudiante recién salido del CBC con ayudante
con un “poder” más allá del que le corresponde no lleva a buen puerto. No hay
nada más indignante que te desapruebe un alumno de segundo año estando vos en
primero, y que encima quiera darte clases de medicina (no anatomía, medicina)
creyéndose algo que no es.
En fin, es al primer
mal de los tantos, la primera piedra en el camino que el aspirante a galeno
debe enfrentarse en el largo trecho que lo separa de esa ansiada hoja que dice
“Medico”.
Dale poder a las
cucarachas y destruirán el mundo. Asíque, ojo con los ayudantes de anatomía… ESTAN
AVISADOS!
Es tal cual!, siempre te leo!, despues están los ayudantes que no saben una mier** y se quieren hacer los medicos, aprovechandose de las indefensas criaturas de 1er año jajaja capo segui asi!
ResponderEliminarLo que cuento es no solo la experiencia que pasé como alumno sino también por lo poco que duré en esa escuela de ayudantes. Sinceramente no tienen la intención de formar docentes (por lo menos en la cátedra que yo estuve), sino déspotas. Obviamente aguanté un mes y me terminé yendo a otra materia dos años despues!
EliminarAntiquísima anécdota: corría el año 1987 en la cátedra 1 de Anatomía del Hospital Clínicas de Córdoba. Lo único que me venía gustando de medicina eran los pintoresquísimos cadáveres de la morgue y un compañerito mendocino, más pintoresco todavía. Toca sistema urinario. Un ayudante me pregunta la capacidad de la vejiga. "De 300 a 400 cc.", respondo distraída mientras le presumo a San Rafael. "No, nena, no", me contesta el engendro, y me hace desviar la vista de los faroles verdes hacia su piel pastosa y seca. "Si no, cada vez que te tomás un vaso de agua tendrías que salir a mear..." Silencio absoluto.
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