Poco a poco, día a día, voy saliendo del limbo
en el cual estoy hace ya más de 6 meses. Ese limbo que les contaba alguna vez
que se llama IAR (internado anual rotatorio) y que le da a uno el atributo
particular de ser médico y a la vez no serlo. Esta situación nos genera a los que
la vivimos sentimientos extraños. Por un lado la felicidad de haber terminado
de cursar las materias, pero por otro una sensación de no ser nada. ¿Qué sos?,
te preguntan, ¿estudiante… médico? Y uno siento que no es nada. Le terminas
diciendo a la gente que sos un “rotante”, solo para que te queden mirando con
cara desencajada sin entender muy bien que significa ese término y se dejen de
joder. En el peor de los casos te preguntan que significa ser rotante y ahí ya
sabes que te vas a pasar los próximos 10 o 15 minutos tratando de explicar una
situación que ya es inexplicable de por sí. Cuando terminas, ves en la cara de
tu interlocutor la expresión de la nada misma y tenes la seguridad que no
entendió un pomo de todo lo que le dijiste.
Pero no todas son pálidas, también tiene su
lado positivo. Los amigos y familiares ya te dicen “doctor” lo que te da un poco menos de culpas que
antes y además te saludan para el 3 de diciembre. Milagrosa y súbitamente
empiezan a respetar más tus opiniones médicas. Parece que después de dar tu último final atravesases una línea que demarca
el límite médico-estudiante y que hace que todo el conocimiento te caiga de
golpe. La realidad es que uno no es médico todavía, no tiene matrícula y no
puede trabajar de eso. Y aquí viene la otra ventaja: cuando algún aprovechador
u oportunista te viene a pedir certificados para faltar al laburo le decís
“Que cagada che… te lo haría pero no tengo matrícula”. Y ahí salen rajando,
espantados como si hubieran visto a la abuela en pleno acto amoroso con el
verdulero del barrio.
Por otro lado y con la excusa, valedera por
cierto, de estar en el limbo, podemos zafar de tomar conductas que todavía no
nos competen o escapar de situaciones que no podríamos resolver (y que
probablemente jamás podremos resolver ni aún con el título en mano).
Muchas veces, estas situaciones tienen que ver
con enfrentarnos a pacientes a los que nunca nos vamos a enfrentar teniendo en
cuenta la especialidad que tenemos planeado seguir. En mi caso particular son
los seres humanos en formación o pacientes pediátricos. Y es que si le
preguntas a cualquier médico de adultos que hacer con un chico, va a empezar a
transpirar y te va a decir que le pregunta a un pediatra. Los chicos, cuanto más
lejos mejor, no los quieren tocar ni con un palo. Y a mi me pasa exactamente lo
mismo. Dejame con los adultos y a los chicos si están afuera del consultorio,
mejor. Para su atención existen los pediatras, que son médicos especializados
en el diagnóstico y tratamiento de pequeños seres.
¿A que viene todo esto? A que ahora que estoy
transitando mi salida del limbo, empiezo a tener consultas indeseables.
Consultas no urgentes impulsadas por la vagancia del consultante en cuestión
que encuentra más fácil venir a molestarme a mi casa que ir a una clínica/sanatorio/salita/hospital.
En su mayoría vecinos de los cuales ni siquiera recuerdo haberlos saludado
alguna vez o aunque sea tener registradas sus caras. Vienen acompañados de sus
pequeñas criaturas quienes en realidad son las verdaderas consultantes
encubiertas:
-
Sabes que venía porque me parece
que a la nena el pediatra la medicó mal. Tiene esta sinosite que no se le va
maaa.
Y ahí es cuando me saco. O sea, no me importa
si tu hija tiene sinusitis y no me parece copado que me la traigas a las 10 de
la noche para que la vea y además evalúe si el pediatra la medicó bien o la
medicó mal. Si estas disconforme, ¿Porqué no consultas con otro? ¿Cual es el
sentido de desconfiar en un especialista y después terminar llevando a tu hija
a un médico sin especialidad? Eso no es preocupación por tu descendiente, es no
tener ganas de desplazarte 20 cuadras al hospital más cercano y esperar a que
te atiendan y preferir caminar una y que
yo te reciba con los brazos abiertos. Lástima que elegiste a la persona
equivocada.
Sé que cuando el año que viene por fin tenga
mi matrícula y sea médico con todas las letras estas situaciones van a
incrementar su frecuencia. Por eso el trabajo de campo ya lo hago desde ahora:
No estoy nunca. Si el doctor nunca está, no quedará otra que ir al hospital.
felicidades dr...que sigue servicio social?...los sistemas son un poco diferentes por alla creo...
ResponderEliminarRecibo mi matrícula de médico el año siguiente. Veremos de ahí en más que me deparará el futuro!
EliminarQue tal el recibirte? Rendiste para residencia? Contanos!!! Me imagino que estarás a full con eso
ResponderEliminarExactamente, rendí hace muy poco y es por eso que no anduve mucho por acá. Ya subiré alguna entrada contando un poco como fue toda esa historia.
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