En un post anterior dije que los
ginecoobstetras iban a ser la mayor musa inspiradora del contenido de este
blog, y no me equivoqué. Definitivamente lo que viví dentro del servicio de
maternidad fue bastante… “jugoso” por decirlo de alguna manera. Como era de
esperar, ni la Doctora C ni la Doctora Z saciaron sus ansias de vernos sufrir.
Por el contrario lo que les contaba antes fue solo el comienzo, la punta del
Iceberg.
Pocas veces en toda mi carrera conocí gente
tan arpía. Si, esa creo que es la mejor palabra para definirlas, en especial a
C. Porqué esta es la típica mina que de frente es tu “amiga”, que pretende
oficiar de confidente y que cuando menos te lo esperas te clava el puñal. Tiene
la costumbre de criticar a sus colegas y le encanta el chusmerío barato
intrahospitalario; es como una Viviana Canosa degradada en vejez que disfruta
del cuchicheo y de armar conventillo. De hecho, no puede estar más de diez
minutos seguidos sin tirar comentarios del estilo:
-
Ay chicas, vieron, el infectólogo joven
que vino hoy, es el Brad Pitt del hospital!! Ojito con lo que hacen - Mientras
mira a las residentes con una risa pseudocómplice pero falsa como billete de 25
pesos. En el fondo, sabe que está de vuelta, pero desearía tener 30 años menos
para coquetearlo y no quedar tan mal.
Otras veces despotrica contra sus colegas y
habla como si ella fuera premio Nobel de Medicina.
Por supuesto, su trato hacia nosotros, los
rotantes, continuó siendo ambiguo. Por momentos se mostraba como una mujer
accesible y por otros nos ponía en situaciones totalmente incómodas. En
definitiva, actitudes dignas del diagnóstico psiquiátrico al que llegamos con
los otros rotantes: Ciclotimia. Disfrutaba
vernos sufrir y como le encantaba tener el control no toleraba si algo se escapaba
de sus planes. Si ella nos daba una orden, no había motivos para salirse de sus
planes, por más mínimo que fuera el desvío.
C: - ¿Cómo puede ser que si yo dije que fueras
al consultorio vos fuiste a la guardia? ACA LA QUE MANDA SOY YO!!!!!
Creo que ese intento de demostrar autoridad
cuando en realidad no tiene ningún cargo jerárquico (es médica de planta como
cualquier otro), no hace más que reafirmar mi convicción que lo que en realidad
la aqueja es un gran complejo de inferioridad.
Es de esperar, entonces, que la mejor
estrategia para llevarse bien con una persona de estas características es
obviamente seguirle el juego. ¿Y que hubiera representado esto? Nutrirla con
chismes, por ejemplo. Obviamente no podíamos caer tan bajo, de manera que no
accedimos a eso aunque nos hubiera allanado el camino. Por el contrario,
indignados con su actitud bipolar, no parabamos de criticarla cuando ella no
estaba alrededor nuestro, o por lo menos, creíamos que no estaba alrededor
nuestro. Y si, tanto va el pájaro a la fuente que al final que se rompe, como
dice el dicho. Tanto hablábamos mal de ella que un buen día nos oyó.
Salíamos del hospital, totalmente indignados
con su actitud:
-
Es una bipolar de mierda, quien se
cree que es!! De repente es tu mejor amiga y de repente te odia, esta reeee
loca la mina esta!!
Seguido esto, y como si algo invisible nos
llamara, los 5 rotantes giramos nuestra cabeza casi al unísono para dar con la
imagen de un ser esquelético cuya vista estaba fija en nosotros, situado en una
esquina y fumando un cigarrillo. No era otra cosa que la doctora C.
-
Vayan chicos, háganme el favor…
Esas palabras fueron indicio que había
escuchado. Y a partir de ahí supimos que se nos vendría lo peor. Atravesando la
mitad de la rotación y con tu encargada que acaba de escuchar que le dijiste
que es una loca de mierda, estábamos en el horno.
Tal cual como algunos lo supusimos, al otro
día nos junta para hablarnos. Y demostrando su bipolaridad nos dice:
-
En tono amigable - Bueno
chicoooos, ayer escuché que en la puerta del hospital estaban hablando mal de
alguien….. DE QUIEN ERA??
El cambio de tono fue casi instantáneo. Su
cara se transformó. Obviamente negamos que estuviéramos hablando de su persona,
y dijimos que era cosa nuestra.
-
Vuelve al tono amigable – Es que si
estaban hablando de mi, a mi me gustaría saberlo, para que solucionemos las
cosas…
Paradójicamente su actitud lejos de
exacerbarse se atenuó y a partir de allí nos comenzó a molestar cada vez menos.
Evidentemente, el haber escuchado que la criticaban de esa forma la tomó de
sorpresa y le movió una fibra interna. O al menos eso quiero pensar.
Creo que la Doctora C tiene el mérito de haber
entrado al podio de los seres mas indeseables da la fauna médica conocidos por
mí hasta ahora en mi corta vida académica. Gracias a Dios y luego del incidente
que les contaba más arriba, esta bicha tomó sus vacaciones y dejó nuestra
última semana de rotación a cargo de la Doctora Z. Y no es que Z sea
precisamente un dulce de leche, pero por lo menos llegaba a las 10 y hacía que
nuestras primeras 2 horas de la mañana transcurrieran en un ambiente distendido.
Y en esa última semana que tuve un contacto más cercano con ella, descubrí en
su mirada un pasado sufrido (confirmado luego por Facebook… si, si, nadie zafa
de las redes sociales). Intentaba ver más allá de esa coraza auto impuesta y
encontré lo que me pareció una mujer amargada, desdichada e infeliz. Y ahora
entiendo, no cabe otra posibilidad que estar disconforme con la propia vida
para reaccionar de la forma que reacciona con el resto. El inconformismo con
uno mismo hace que no toleremos a los demás.
Por suerte mi rotación en ese servicio ya
terminó y jamas volveré a pisar esos suelos ni mirar esas caras. Pero sí hay
algo que les tengo que agradecer tanto a la doctora C como a la doctora Z y es:
Gracias por ser mis referentes para saber en lo que no debo convertirme en un
futuro!
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