Llega un
momento de la vida en que te recibís y te pones a estudiar para el examen de
residencia. Ahí mismo te das cuenta que no solo sos un analfabeto de la
medicina sino que tampoco tenes cultura general porque los últimos 8 años te la
pasaste leyendo libros médicos. No es una sensación copada.
Te das
cuenta de esto cuando hablas con alguien de tu misma edad pero recibido de otra
carrera. Un abogado o un economista pueden tranquilamente destacarse en una
sobremesa charlando de la situación social, política y económica del país. En
cambio, le preguntas a un médico de la inflación y lo único que te puede llegar
a decir es que hace que las cosas estén cada vez más caras. Fuera de eso, hace
agua. Es que las demás carreras ya de por sí te dan cultura general. Ahora,
¿Que cultura general te da Medicina? Nada, absolutamente. Con lo único que
te podes "lucir" es explicando que es una hemorroide o para que sirve el
pulmosan, y hasta por ahí nomas.
Si
pudiéramos ser mosca e infiltrarnos en ese almuerzo imaginario entre abogado,
economista y médico veríamos que este último permanece como observador no
participante, simplemente asintiendo a lo que dicen los otros dos y con suerte
comprendiendo el 20 o 30%. Es que el proceso de convertirnos en médicos, no
solo evita que nos cultivemos sino que aniquila gran parte de nuestra materia
gris.
Por eso
los médicos tienen amigos médicos. Entre ellos se entienden y aunque no
quieran, las conversaciones siempre derivan en algo hospitalario/técnico que es
el terreno sobre el cual se sienten cómodos y seguros, que solo ellos
comprenden y que de ninguna manera podrían compartir con profesionales de otras
áreas. Hasta los chistes tienen jerga propia:
- Che
Raúl, ¿Viste como le dicen a la Dra. Pascuarelli?
- ¿Como
Jose?
- Virus
polio
- ¿Por
qué?
- Porque
ataca a los pendejos
Y
así ríen a carcajadas mientras el resto de la gente normal los mira
sin llegar a entender bien la situación.
Es
natural entonces, que la pareja de un médico sea también médico. Es que les molesta tener que explicar cosas técnicas que para
ellos son obvias y que no hacen más que entorpecer la conversación. Les pongo el
ejemplo de una charla de novios:
- ¿Y como
te fue en la guardia mi amor?
- Bien,
pero re cansada. Estuve toda la noche con un TEC que cayó a las 3 de la mañana.
La TAC salió recién a la 8 y tenía un Glasgow de 4/15 y una anisocoria mortal, en
cualquier momento se nos enclavaba mal.
- Ahhhhh,
mira vos… (?)
Viéndolo
del otro lado, creo que para el no médico tampoco es grato escuchar un conjunto
de siglas tras otro sin saber bien que significado tienen. A veces creo que nuestros familiares nos preguntan como nos fue de puro compromiso. Uno ve como sus miradas se van perdiendo a medida que avanza la conversación (o monólogo nuestro) hasta que finalmente nos cortan de golpe con cosas como: "Ay mirá, parece que Juanita Viale se peleó con el marido!". Ahí nos damos cuenta que ya no nos quieren escuchar más. Pero por otro lado, es
común que a la gente le llame la atención cuando se cuentan anécdotas de
guardia o historias por el estilo y trate de interiorizarse preguntando cosas como
¿Y qué es la artritis reumatoide? Nada (o casi nada) saca más de quicio a un
médico que tener que explicar que es, como se diagnostica o como se trata una
enfermedad.
A su vez,
a los médicos no les gusta cuando la conversación toma un tono demasiado
filosófico. Simplemente no se sienten cómodos, no saben que decir.
- ¿Y vos
a que te dedicabas?
- Yo soy
antropólogo, me ocupo del estudio
de las incertidumbres de índole ontológica, centrando más que nada mi atención
en el hombre y tomando en cuenta una variedad de aspectos de la existencia
humana, pasada y presente, combinando estos materiales diversos en un abordaje
íntegro del problema de la existencia humana. ¿Y vos que haces?
- Soy
médica.
Y en ese mismo momento piensa 1000 y una maneras relativamente convincentes de abortar la
cita. ¿Cómo empezar una relación con alguien si ni siquiera pudiste entender a
que se dedica?
Otro
aspecto de las deformidades que se adquieren a lo largo de la carrera y que nos
van haciendo ignorantes tiene que ver con la escritura. Mientras un licenciado
en letras acrecienta su vocabulario, perfecciona su lenguaje y mejora su
sintaxis a medida que avanza en su carrera, el aspirante a galeno aprende a
resumir. Olvida varias de las palabras que traía de la escuela (incluso como
escribirlas correctamente) y adquiere un nuevo y descomunal vocabulario
técnico. Deforma su caligrafía y usa muchísimas abreviaturas:
Paciente
con HTA, DBT, TBQ, EPOC, ICC sufre un IAM. Se solicita RX TX. (léase: paciente con hipertensión,
diabetes, tabaquista, enfermedad pulmonar obstructiva crónica e insuficiencia cardíaca congestiva sufre un infarto agudo de miocardio. Se solicita
radiografía de tórax).
Los
acentos dejan de existir, al igual que el punto y coma, y en los peores casos
también se extinguen los puntos y las comas. El médico solo sabe escribir historias
clínicas y llega un punto de su vida en que la irreversibilidad se apodera de
sí y hace que incluso algo tan simple como redactar una carta se convierta en
una tarea imposible y que el intento termine en un cúmulo de frases inconexas y
sin sentido. Así de mal nos hace esta carrera.
Con el
correr de los años, el cerebro del galeno ya maduro se va atrofiando. Le
resulta una tarea difícil leer novelas de Borges o Cortázar y se inclina por
los libros de autoayuda tipo Stamateas o Paulo Coelho. Lo mismo ocurre con los
films, desiste de ver historias con tramas muy profundas y prefiere las de
acción o las comedias románticas vacías si de una mujer se trata.
Y cuando
uno hace memoria piensa…mierda que leí en mi vida. La cantidad de libros,
papers y apuntes que pasaron por estos ojos es descomunal. Los cadáveres de los resaltadores, biromes y
cuadernos gastados que me miran desde el costado de mi habitación solo me
recuerdan que por cada tecnicismo ganado, una pizca de cultura fue resignada.
Es que el conocimiento no es infinito y si aprendo como tratar una neumonía me
olvido la capital de Honduras. Habrá que aceptar lo que nos tocó y resignarnos
a que no nacimos para ser eruditos.
Entonces
lo acepto y lo digo con orgullo: Soy un médico ignorante… ¿Y qué?
Dedicado a una amiga que me inspiró... para vos LFB
Dedicado a una amiga que me inspiró... para vos LFB
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