domingo, 11 de noviembre de 2012

INSTRUYENDO MI IGNORANCIA


Llega un momento de la vida en que te recibís y te pones a estudiar para el examen de residencia. Ahí mismo te das cuenta que no solo sos un analfabeto de la medicina sino que tampoco tenes cultura general porque los últimos 8 años te la pasaste leyendo libros médicos. No es una sensación copada.

Te das cuenta de esto cuando hablas con alguien de tu misma edad pero recibido de otra carrera. Un abogado o un economista pueden tranquilamente destacarse en una sobremesa charlando de la situación social, política y económica del país. En cambio, le preguntas a un médico de la inflación y lo único que te puede llegar a decir es que hace que las cosas estén cada vez más caras. Fuera de eso, hace agua. Es que las demás carreras ya de por sí te dan cultura general. Ahora, ¿Que cultura general te da Medicina? Nada, absolutamente. Con lo único que te podes "lucir" es explicando que es una hemorroide o para que sirve el pulmosan, y hasta por ahí nomas.
Si pudiéramos ser mosca e infiltrarnos en ese almuerzo imaginario entre abogado, economista y médico veríamos que este último permanece como observador no participante, simplemente asintiendo a lo que dicen los otros dos y con suerte comprendiendo el 20 o 30%. Es que el proceso de convertirnos en médicos, no solo evita que nos cultivemos sino que aniquila gran parte de nuestra materia gris.

Por eso los médicos tienen amigos médicos. Entre ellos se entienden y aunque no quieran, las conversaciones siempre derivan en algo hospitalario/técnico que es el terreno sobre el cual se sienten cómodos y seguros, que solo ellos comprenden y que de ninguna manera podrían compartir con profesionales de otras áreas. Hasta los chistes tienen jerga propia:

- Che Raúl, ¿Viste como le dicen a la Dra. Pascuarelli?
- ¿Como Jose?
- Virus polio
- ¿Por qué?
- Porque ataca a los pendejos

Y así ríen a carcajadas mientras el resto de la gente normal los mira sin llegar a entender bien la situación.

Es natural entonces, que la pareja de un médico sea también médico. Es que les molesta tener que explicar cosas técnicas que para ellos son obvias y que no hacen más que entorpecer la conversación. Les pongo el ejemplo de una charla de novios:

-          ¿Y como te fue en la guardia mi amor?
-          Bien, pero re cansada. Estuve toda la noche con un TEC que cayó a las 3 de la mañana. La TAC salió recién a la 8 y tenía un Glasgow de 4/15 y una anisocoria mortal, en cualquier momento se nos enclavaba mal.
-          Ahhhhh, mira vos… (?)

Viéndolo del otro lado, creo que para el no médico tampoco es grato escuchar un conjunto de siglas tras otro sin saber bien que significado tienen. A veces creo que nuestros familiares nos preguntan como nos fue de puro compromiso. Uno ve como sus miradas se van perdiendo a medida que avanza la conversación (o monólogo nuestro) hasta que finalmente nos cortan de golpe con cosas como: "Ay mirá, parece que Juanita Viale se peleó con el marido!". Ahí nos damos cuenta que ya no nos quieren escuchar más. Pero por otro lado, es común que a la gente le llame la atención cuando se cuentan anécdotas de guardia o historias por el estilo y trate de interiorizarse preguntando cosas como ¿Y qué es la artritis reumatoide? Nada (o casi nada) saca más de quicio a un médico que tener que explicar que es, como se diagnostica o como se trata una enfermedad.

A su vez, a los médicos no les gusta cuando la conversación toma un tono demasiado filosófico. Simplemente no se sienten cómodos, no saben que decir.

-          ¿Y vos a que te dedicabas?
-          Yo soy antropólogo, me ocupo del estudio de las incertidumbres de índole ontológica, centrando más que nada mi atención en el hombre y tomando en cuenta una variedad de aspectos de la existencia humana, pasada y presente, combinando estos materiales diversos en un abordaje íntegro del problema de la existencia humana. ¿Y vos que haces?
-          Soy médica.

Y en ese mismo momento piensa 1000 y una maneras relativamente convincentes de abortar la cita. ¿Cómo empezar una relación con alguien si ni siquiera pudiste entender a que se dedica?

Otro aspecto de las deformidades que se adquieren a lo largo de la carrera y que nos van haciendo ignorantes tiene que ver con la escritura. Mientras un licenciado en letras acrecienta su vocabulario, perfecciona su lenguaje y mejora su sintaxis a medida que avanza en su carrera, el aspirante a galeno aprende a resumir. Olvida varias de las palabras que traía de la escuela (incluso como escribirlas correctamente) y adquiere un nuevo y descomunal vocabulario técnico. Deforma su caligrafía y usa muchísimas abreviaturas:

Paciente con HTA, DBT, TBQ, EPOC, ICC sufre un IAM. Se solicita RX TX. (léase: paciente con hipertensión, diabetes, tabaquista, enfermedad pulmonar obstructiva crónica e insuficiencia cardíaca congestiva sufre un infarto agudo de miocardio. Se solicita radiografía de tórax).

Los acentos dejan de existir, al igual que el punto y coma, y en los peores casos también se extinguen los puntos y las comas. El médico solo sabe escribir historias clínicas y llega un punto de su vida en que la irreversibilidad se apodera de sí y hace que incluso algo tan simple como redactar una carta se convierta en una tarea imposible y que el intento termine en un cúmulo de frases inconexas y sin sentido. Así de mal nos hace esta carrera.

Con el correr de los años, el cerebro del galeno ya maduro se va atrofiando. Le resulta una tarea difícil leer novelas de Borges o Cortázar y se inclina por los libros de autoayuda tipo Stamateas o Paulo Coelho. Lo mismo ocurre con los films, desiste de ver historias con tramas muy profundas y prefiere las de acción o las comedias románticas vacías si de una mujer se trata.

Y cuando uno hace memoria piensa…mierda que leí en mi vida. La cantidad de libros, papers y apuntes que pasaron por estos ojos es descomunal. Los cadáveres de los  resaltadores, biromes y cuadernos gastados que me miran desde el costado de mi habitación solo me recuerdan que por cada tecnicismo ganado, una pizca de cultura fue resignada. Es que el conocimiento no es infinito y si aprendo como tratar una neumonía me olvido la capital de Honduras. Habrá que aceptar lo que nos tocó y resignarnos a que no nacimos para ser eruditos.

Entonces lo acepto y lo digo con orgullo: Soy un médico ignorante… ¿Y qué?


Dedicado a una amiga que me inspiró... para vos LFB

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