¿Cuál es la razón que lleva a un médico a
televisarse? ¿Lo hace por la plata?¿Lo hace para cumplir con un deseo interno y
altruista de beneficiar a la gente transmitiendo su conocimiento a través de un
medio masivo? ¿O simplemente lo hace por el hecho de dar respuesta a un deseo
frustrado de ser artista o farandulero?
Las respuestas a estos interrogantes son de lo
más variadas y encajan con cada uno los prototipos que hay de este tipo de
profesionales. A saber:
El
médico cerebrito/cientificista: Es el típico que no se
da cuenta que esta en un programa de televisión y piensa que esta en la
facultad dando una clase. Despliega un arsenal impresionante de material “didáctico”:
maquetas de órganos, frutas de colores para enseñarnos que tenemos que comer y,
en los canales mas top, proyecciones que con el solo toque de su dedo cambian mostrándonos
toda la información necesaria. Tratan de explicar todo en un lenguaje
entendible pero cada tanto se mandan un término médico, como si les costara
bajar al intelecto de los mortales ¿Será que realmente quieren instruir a la
población o son profesores universitarios frustrados?
El médico
todólogo: Este opina de todos los temas. No importa si
en realidad es ginecólogo (y la tengo con los ginecólogos), te va a explicar desde
como se opera un apéndice hasta como se trata la esquizofrenia. Los que estamos
en el tema, nos damos cuenta que tienen un libretito armado y que acaban de
repasar los que tienen que decir detrás de cámara. Algún que otro desprevenido
ha quedado en evidencia de su desconocimiento cuando el desacatado del
periodista se sale del guion. Por ejemplo:
-Ahora nos va a hablar el Doctor X sobre como
alimentarnos mejor…
- Bla bla bla,
-Muy bien, gracias Doctor. Y ya que estamos,
ahora que esta en auge, ¿Qué diferencia hay entre la Influenza A y la Influenza
B?
Y el Doctor X se quiere literalmente cortar
los genitales en cámara en ese momento. Pero los médicos tienen una suerte de
chamuyo innato que los hace zafar de las situaciones más inverosímiles. Y
obviamente, saldrá airoso diciendo cualquier gansada que solo un colega que
esté en el tema va a ser capaz de reconocer como tal.
El
médico especialista: Este es todo lo contrario al todólogo.
Son profesionales requeridos por algún noticiero o programa de televisión para
hablar sobre un tema particular que concierne a la especialidad que ejercen.
Por lo general, son tipos con cargos altos dentro del servicio de su hospital y
la información que brindan es bastante certera. Son los más sensatos.
El
médico de las catástrofes/accidentados: Estos aparecen
solo cuando algún famoso se accidenta. Son los que siguen la evolución
médica/mediática de la persona en cuestión, aunque no tengan la más mínima idea
del estado clínico real del susodicho. Responden a preguntas tales como:
-¿Y
se puede vivir sin el bazo? o
-¿Cómo
se vive después de un ACV?
Estas preguntas son siempre formuladas con cara
de preocupación fingida por el farandulero entrevistador, pero que en realidad
en el fondo desea que las respuestas sean lo más negativas posibles para generar
el mayor impacto televisivo. Cuanto más grave la patología mejor, aporta más
amarillismo. El médico, haciéndole gamba a ese pedido va a responder en un tono
solemne:
-“Realmente
el bazo es un órgano que si bien no es vital, realiza funciones muy importantes
en el organismo”, dicho con una expresión compungida y que denota la tristeza aparente
que siente porque el famoso perdió su órgano. La frase final siempre debe ser: Ahora,
el pronóstico es reservado,
-
Las secuelas pueden ser variadas. Realmente sería hacer futurología, el
pronóstico es reservado.
Con lo del pronóstico reservado se lavan las
manos y de paso aportan a la causa de generar expectativa con el morbo de la
enfermedad ajena.
El médico
del puterio: Este no se ocupa de pacientes críticos ni
opina sobre temas médicos. Tampoco da clase a la audiencia. Está detrás de cámara,
aparece cada tanto cuando “jode” con el conductor y su función es atender a
quienes pudieran sufrir una descompensación en plena acción. Se lo ve con su
estetoscopio y su tensiómetro listo para ser usado en caso de un desmayo súbito
o de un traumatismo. Si esto llegase a ocurrir, el doctor se aprontará rápidamente
a socorrer a la víctima y su labor quedará retratada en la pantalla para
siempre. No importa si el famoso se esquinza o se fractura, él siempre le tomará
la presión y le auscultará los pulmones. A veces le pueden pedir consejos sobre
como curar un callo o una hemorroide.
El
médico propagandero: Este se dedica a promocionar
medicamentos. Aparece en las propagandas resaltando los beneficios de usar una
crema antihongos o de tomar un antirreumático. Sus frases siempre terminan en: “Porque
YO se lo recomiendo”. Y yo me pregunto, ¿Quién es EL? ¿Tan importante es una
persona para que tooodos salgamos corriendo a comprar un medicamento? O te
dicen, “Les recomiendo Analgesic Ultra Max D 3 (todavía no se por qué hay que
usar este tipo de nombres) porque está demostrado que su absorción es completa
y es el más eficaz”. Ahora pregunto, ¿Y quien demuestra eso? ¿Hay estudios que
lo avalan? Deberían penar este tipo de propagandas por brindar información
falsa.
Y otra cosa que me molesta es cuando los
mismos conductores de los programas de
la tarde promocionan algún medicamento. Generalmente jarabes para la tos,
antidiarreicos o analgésicos. Al final dicen: “Pregúntele a su farmacéutico de
confianza”. ¿Al farmacéutico? ¿Y qué sabe un farmacéutico de medicina? Después
vienen a que los atendamos nosotros cuando no cagan hace 5 días por las
pastillas que SU farmacéutico de confianza les vendió.
El
médico que rellena: Los médicos que rellenan son
siempre panelistas de algún programa. Son como los abogados que rellenan pero
del rubro de la salud. Son una variante de los cerebritos/cientificistas pero
de menor monta. Intentan dar clase a la gente pero con menos recursos didácticos
y sobre temas menos difíciles. Digamos que apuntan a la clase más baja e
ignorante que no va a entender el pseudolenguaje médico que usan los otros. Estos
no dan una charla sobre como se produce un infarto utilizando un corazón de
mentira y explicando arteria por arteria, sino que se dedican a responder
interrogantes del estilo: “¿Se puede quedar embarazada en la primer relación
sexual?” o “¿Cómo evitamos el golpe de calor?”. Los sacas de esto y hacen agua.
Seguramente pidan menos presupuesto que los otros.
El
médico de las estrellas: Por último esta el dandi. Así
como dentro del hospital hay especialistas que están forrados y que miran a los
demás desde un podio invisible, en la tele pasa exactamente lo mismo. A este no
le interesa explicarle nada a nadie ni hacer propagandas de cremitas o remedios
varios. Este ya tiene su cartera de clientes top y en todo caso, va a los
programas a promocionarse a sí mismo o a las terapias que promueve. Generalmente
son cirujanos plásticos o traumatólogos. Dan asco.
Otra forma que tenemos de ver esta “medicina
televisada” y que no está relacionada con los profesionales que salen a hablar
en los medios, se basa en los programas que quieren exponernos la “realidad”. Están
de moda estas especies de realities donde el camarógrafo es uno más que se
incluye y nos muestra como vive el médico las horas de encierro en una guardia.
Si bien algunos de ellos, en mayor o menor medida se acercan a la realidad,
muchos otros no son más que una pantalla de lo que no sucede. Todos terminan
con un mensaje de paz y no de crítica. Te muestran que la vida es una mierda y
que casi no hay descanso, pero al final de todo la moraleja es que se es feliz
a pesar de eso. Contrarestan una imagen
de hospital público semidestruido con 10 de un hospital en excelente estado y
con tecnología de última generación. De esta forma, parecen que quisieran
compensar lo que falta en uno con el “exceso” del otro.
Es impresionante ver a los R1 (de
especialidades como clínica médica, cirugía, pediatría o tocogineco) felices
con su vida de médicos. “Si bien el trabajo es duro, no dormimos hace 2 días y
nos retan un poco, estamos contentos” dicen con cara de felicidad. La realidad
que yo conozco de un R1 es la de un persona que casi no tiene tiempo de comer
ni de dormir, que es “penada” por sus errores con más trabajo (guardias
castigo) y que prácticamente carece de vida extrahospitalaria. Una cosa es que
se acepte esa idea y se crea necesaria para formar un buen profesional (cosa
que no concuerdo) y otra muy distinta es estar contento de haber almorzado una
medialuna a las 6 de la tarde y de haber podido ir a hacer pis aunque sea una
vez. Y ni hablar de bañarse en los baños del hospital. Ojalá no te vomite o te
cague un paciente porque te la regalo para encontrar un sanitario como la
gente.
Estaría bueno que estos programas mostraran la
verdadera realidad médica argentina e hicieran una crítica al sistema. Creo que
eso nos ayudaría a cambiar para mejor. Mientras sigamos haciendo oídos sordos y
ojos ciegos a eso que nos pasa todos los días, nunca lograremos un cambio.
Yo me quejo, pero seguramente cuando tenga
cincuenta termine cayendo en alguna de las categorías de médicos faranduleros. Por
ahora mientras me sigo formando, lucho porque el tiempo me degrade poco.