Hola a todos! Hace mucho que no escribo en
este Blog pero quiero intentar retomar desde la última entrada en la que les
conté acerca del periplo que fue conseguir el bendito certificado de título en
trámite.
Como buen estudiante de Medicina de la UBA uno
sabe que lo peor no es lo que pasó sino lo que está por venir. Sabes que hay
mucho trámites por hacer pero no sabes ni como ni cuando ni de que forma
hacerlos. No hay un manual o instructivo escrito que te lo explique pero de
alguna forma lo vas aprendiendo día a día y del boca en boca.
En este punto te encontras en tu casa con el
papel que dice que sos un proyecto de médico y con la felicidad del día que te
lo dieron medio borrada porque sabes que nuevamente te tenes que embarcar en un
mundo de tramiteríos. Y es que a partir de ahora los trámites de multiplican.
Por un lado tenes que terminar de tramitar tu título, jurar y sacar la matrícula.
Y por otro lado tenes que hacer lo concernierte a inscribirte en el exámen de
residencia y rendirlo lo suficientemente bien como para quedar en un puesto
decente y agarrar algo. Claro está que las largas filas que te esperan las vas
a hacer con pila de apuntes tratando de aprovechar minuto a minuto los pocos
días que te separan del exámen y todo esto en un ambiente de psicodelia
medicalística generado por las otras miles de almas en tu misma situación.
En fin, hablando del título en sí mismo llegamos
a un punto en que vendimos nuestra alma a la UBA y no queda más que sentarnos a
esperar y rezar. No podemos hacer nada más por nuestra cuenta, ya entregamos
toda la documentación necesaria, ya hicimos todas las colas que hacían falta y
ahora solo nos resta esperar mientras miramos el camino que recorre nuestro
trámite a través de Internet, ¿Que tul? ¿Creían que en la UBA éramos
cavernícolas? ¿Qué la informática no nos había llegado aún? Bueno, les cuento
que no es así. Al mejor estilo de las Unis privadas, podemos seguir el trámite
de nuestro título por la interné. Podemos ver como todos esos papeles que entregamos
previamente vuelven nuevamente al CBC
para ser rechequeados por vigesimaoctava vez. Vamos siguiendo a la
flechita roja en su camino por los distintos pasos… “Confección de su diploma”…
“Verificación por el períto calígrafo”…. “Pase a Rectorado”… hasta que
finalmente llega al Ministerio de Educación que es la última fase del
recorrido. Cuando este finalmente lo devuelve a la facultad nos aparece una
inscripción que dice “diploma terminado” y es en ese momento que ya estamos
aptos para ir a la facultad y pedir la fecha de jura pública, es decir,
anotarnos para el acto en la cual nos entregaran ese hermoso papel que tanto
esfuerzo nos costó conseguir.
Imagínense la ansiedad a medida que vemos que
los días pasan y pasan y ni noticias de
llegar al final del trámite. Le preguntamos a nuestros compañeros y todos están
en la misma. Vemos la flecha roja detenida siempre en el mismo lugar y
titilando. Titila, titila, no para un segundo pero la muy puta no se mueve. La
tecla F5 de la computadora a punto de hacernos huelga. Y ni te cuento si alguno
ya paso de nivel y uno se quedó estancado en el mismo paso. Ya te empezas a
hacer la cabeza: “no voy a llegar, no voy a llegar”. El nivel de psicosis crece
día a día porque además se suma que el examen de acerca. La sensación de sentir
que no sabes nada y que además no vas a poder rendir si la facultad no acelera
los tramites es indescriptible.
Mientras esperamos que la flecha roja avance y
estudiamos para los exámenes, vamos haciendo todo lo concerniente a la
residencia. Y para eso nos tenemos que armar de mucha paciencia. Normalmente un
recién graduado rinde varios exámenes como para aumentar sus chances de
conseguir algún lugar para trabajar. Lo más frecuente es rendir el examen de
Municipalidad (o muni, con cariño), que engloba a los hospitales públicos y
universitarios de la Ciudad de Buenos Aires, el exámen de Provincia, que abarca
los hospitales públicos de toda la provincia de Buenos Aires y los exámenes de
los hospitales privados. Cada uno de estos últimos tiene el propio y son, por
supuesto, arancelados.
Para anotarnos a dichos exámenes debemos
primero juntar toda la documentación necesaria. El papelucho que dice que
tenemos el título en trámite es ahora nuestro segundo DNI y nos será requerido
para la inscripción en varios de estos lugares. Por supuesto necesitaremos el
promedio legalizado, certificado de ayudantías si es que lo tenemos, currículum,
hojas de inscripción, y plata. Cada examen cuesta aproximadamente $200, por lo
que si vamos a rendir 5 exámenes privados necesitaremos nada más y nada menos
que $1000. Fíjense la locura de este país que los médicos tenemos que pagar para
rendir un examen que representa una prueba para ver si nos toman o no en un
trabajo. Pagamos para demostrar nuestras aptitudes a través de un examen para
ver si deciden tomarnos o no en un trabajo. De más está decir que el examen no
lo es todo, y que si lo aprobamos, pasamos a una entrevista donde nunca falta
el arreglo y la selección a dedo. Aunque incomprobable vemos como
milagrosamente alguien que quedo en el puesto 25 queda primero en el ranking
luego de una maravillosa entrevista. Pero más patético que esto es lo que gana
un Residente de primer año en estos hospitales privados. Los sueldos rondan los
$4500 a $6000. Se conoce el horario de entrada (7 o 7.30 para las
especialidades clínicas y 5 de la mañana para las quirúrgicas) pero no el de
salida. Pueden ser las 7 de la tarde, las 8, las 9, las 10. Nadie lo sabe y uno
se termina yendo cuando el trabajo se termina. A eso hay que sumarle entre 8 y
12 guardias mensuales de 24 hs. O sea que si entramos a la 7 de la mañana del
martes y ese día nos toca guardia, saldremos a las 8 o 9 de la noche del
miércoles.
Y finalmente llega el día en que la flecha roja
llega a su destino, el día en que haces tu última cola para pedir fecha de jura
y el día en que te reunís con todos tus seres queridos a recibir tu diploma. Es
tal la felicidad que te invade en ese momento que no hay manera de describirlo.
Todo el que estudió una carrera sabe de lo que hablo. Años de esfuerzo se
resumen en ese acto, en ese último discurso, en ese himno que suena y en esa
mirada a tus amigos y a tu familia. Y para culminarlo, la UBA te pone carrozas
de fuego al final.
En fin, sea como sea encontras la manera de
anotarte a los exámenes, rendirlos, jurar y tramitar tu matrícula, todo en
tiempo y forma y por supuesto a costa de una gran carga de estrés. Es el primer
paso de un largo camino que es convertirse en especialista.